Un siniestro había ocurrido en la calle 12, nadie,
nadie hubiese esperado que tal muchacho se convertiría en un asesino.A toda su familia había matado.
—
¡Es tarde! — Decía para alejarse de
todos aquellos que quería cotillear para enterarse si en verdad él había sido
el tan nombrado asesino.
Mientras el intentaba olvidar aquel capitulo, yo lo
perseguía, un detective, mediocre para muchos, aunque para mí mismo jamás sería
tal cosa. Y si, tal como lo imaginas en mi rostro se acaba de dibujar una
sonrisa. Y como no sabéis nada de mi he de decir que no soy tan mayor, 37
primaveras he vivido, tan solo son 13 más que las que ha mirado el Señor G.
Hoy me lo he topado después de varios años de
fallidos intentos buscándolo pues había salido del país. Aún conserva la misma
ropa cara a diferencia de otros criminales que normalmente visten lo primero
que pueden tomar de las casas a las que entran o incluso llegan a coger las
ropas de sus víctimas.
—
¡La gente no olvida! ¿Cree que podrá
escapar tan fácil?
Le dije cuando me lo crucé de frente el día 15 del
mes pasado, si, en pocos días se cumplirá un mes de aquel encuentro, pareció
que todo había sido casual, y así lo fue, pues no tenía idea que me cruzaría
con alguien como el al ir de compras. Inevitable fue que yo pronunciara
aquellas palabras, cuando me encontré con la misma mirada que años atrás me
había costado el puesto, era lo mínimo que podía decir.
-¡Crack!-
Si, aquello había sido un choque, justo frente a mis
ojos, mientras yo caminaba por la acera contándote esta historia, frente a mis
dos autos se habían impactado de forma estrepitosa, haciendo que yo mismo me
sobresaltara e intentara huir.
— ¿Está todo
bien? — Se acercó preguntando un policía
—Claro que sí,
¿Por qué no iba a estarlo? — Me estaba sonrojando, parece que más de uno se
había dado cuenta del salto que pegué al escuchar aquel accidente.
Por una extraña razón, aquel auto que había acabado
prácticamente hecho galleta, se le hacía familiar, aquel volvo del año, color
negro, faros de luz blanca, en algún lado había visto aquel automóvil…
— ¿Cuál es su
nombre?
— Ese es el
carro del señor G….
— ¿Perdón?
Era obvio que el policía no estaba entendiendo nada
de lo que estaba diciéndole, ¿Qué rayos pasaba? ¿Qué no entendían que debían
tomar los datos del conductor?
Sí, así como se han dado cuenta, soy un detective, y
mi mayor fracaso, ha sido no poder atrapar al Señor G. Y si, tal y como tu
mente lo dice, el señor G no es exactamente el Señor G, nunca averigüé cuál era
su verdadero nombre. Solo conozco esa inicial.
— ¿Quién?
¿Cuál es el nombre del conductor del volvo?
Mi mirada, seguro que era esperanzada, o eso creo,
la de aquel hombre obeso, era más que
extraña, o no le caí bien, o mi gran esperanza estaba a punto de quebrarse cual
espejo.
—Disculpe,
pero, en el volvo, iba una señorita, ahora mismo la han llevado al hospital…
—Oh… lo
siento… debí confundirme
—Ya veo, ¿por
eso fue el susto? ¿Creía conocer al conductor?
La mirada del policía dio un giro completo de ser
dubitativa a comprensiva y dio dos golpecitos en mi hombro, luego, media vuelta
y se alejó de mí.
Allí me quedé como uno más expectante ante el
choque, vaya, mi memoria estaba cada vez peor. Ahora mismo, voy de camino a
casa, de nuevo, narrándote esta historia. ¿Quieres saber mi nombre? Pronto,
todo a su tiempo. Por ahora, un placer conocerte. Espero verte pronto por aquí…
Basado en la canción de Nacho Vegas "Un desastre manifiesto"
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