Una lágrima escurría
por la mejilla de la castaña, sabía que tenía que tomar la decisión, pero era
lo mejor, con aquella daga plateada en la mano, a punto de dar el paso final,
el teléfono, comenzó a sonar, ¿Contestar? ¿Sería realmente lo adecuado? Suspiro
algo triste, tal vez no tendría suficiente valor, cogió el auricular, tan solo
para oír esa voz, la voz de la que
estaba enamorada.
— Nunca
te olvides de mí — pronunció el chico
mientras seguía intentando decirle a la ojimiel todas las cosas que tenía que
decirle, pero no podía el veneno estaba haciendo efecto, se escuchaba en su
delirio, en su tímida voz invadida de agonía, él había tomado la decisión antes
que ella, estaba por morir, moriría por ella, para salvarla a ella. Al fin,
podría descansar, obtendría aquella paz que a lo largo de su vida no había
tenido.
— Si hay algo que es cierto es que te quiero un mundo entero —
serían tal vez sus últimas palabras, pero, ella las estaba escuchando y eso era
lo que hacía que el acto valiera la pena.
— ¡Déjame
de una vez! —Gritó antes de quedarse sin palabras ¿Cómo podía soportar
aquello?— Déjame de una buena vez ¿no
puedes irte ya? — Exclamó a través del teléfono...
Cada vez era más dura
la situación, ella lo amaba, despedirse era lo más difícil que había hecho en
toda su vida, ¿cómo decir adiós cuando sabes que es para siempre? ¿Cómo decirle
adiós a alguien que nunca quisiste dejar ir?
En su cabeza, tras cada
lágrima, emergía un recuerdo, de esa misma semana, de aquel día en que habían
ido a la feria, gran idea para una cita, para la cita en la que él le pediría
matrimonio, excéntrico, pero romántico para ambos. Acabo arruinándose el plan, cuando
caminaban por entre los stands y una mujer con un vestido de manta se había
cruzado frente a ellos, bailando con una gracia digna de observarse,
llevándolos así hasta dentro de su carpa, lugar oscuro iluminado únicamente por
las velas que estaban alrededor de una mesa circular donde varios pares de
cartas se agrupaban.
Sin tener que
pronunciar palabras, la pareja había entendido que era el momento en que ellos
tomaran una carta, la mujer enterraba su mirada en los ojos de la chica, quien
fue la primera en tomar el porvenir, un poco más asustado, él se decidió a
elegir la suya, sin mirarlas, se las pasaron a la gitana, quien con un grito
ahogado los corrió del lugar — uno es el asesino y el otro es el que va a morir—
pronunciaba la mujer mientras hacía que la multitud los alejara de la carpa.
La mirada asustada de
la chica era irrevocable, habían entendido, se alejaron uno del otro —
Antes de que tú me mates, prefiero
matarme yo… — fue lo último que le dijo al hombre que amaba
antes de verlo por última vez, al final, él fue quien decidió matarse. Al
final, ella no había tenido el suficiente valor para hacerlo, pero ahora, ¿Que
valía la vida sin él?
Drabble 500 palabras
Basado en la canción "Morir o Matar"
de Nacho Vegas (El Manifiesto desastre)
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