Levantar la cabeza y mirar el techo, subir el volumen del
televisor un poco más, lo que sea con tal de cubrir el eco que hace esa gotera
que sigue cayendo sobre los cacharros de metal. Y con tan fuerte ruido el que
sale de aquel aparato, no saber si lo que sucede es que esta lloviendo o algún
ángel vino a llorar sobre tu casa.
De pronto, en una esquina de aquella caja que transmite
imágenes, aparece la fecha, recordando que es diciembre 24, y que una vez más,
la casa estará en silencio, al igual que los 6 años anteriores, al igual que
todos los años que han pasado desde que ella se fue, desde que te dejó.
— Te extraño— podrías
susurrar igual no te escuchará, por más breve que seas, su atención ya no la
tienes. Mejor concentrarte en aquella fotografía donde contemplando, se nota
que algún día fuiste tú, ese que rebosaba de alegría a su lado, en aquella cena
de navidad, donde de la nada, alguien les pidió que sonrieran, y no costaba
trabajo.
Puedes coger la botella de cerveza una y mil veces más,
igual con eso no la olvidarás, pues cada que te pones a recordar, la nostalgia
invade cada hueso de tu ser. Puedes levantarte, igual no te encontraras a
nadie, seguirás un camino ya aprendido, de la sala al tocador, donde al mirarte
en el espejo, y ver aquello que tanto temías llegar a ser, tomarás una de esas
pastillas, de las mismas que ella usaba las noches en las que la lluvia
impregnaba aquella gotita que golpeaba los cacharros de metal mil y un veces, y
es que nadie se cansó en todos esos años de recoger litros y litros de agua
gris, nadie tenía que tomarse la molestia de reparar la gotera de una vez, tan
solo de planta ya se habían quedado unos cuantos baldes, que seguirán allí,
pues nadie se dignará nunca a moverlos.
Has regresado al sofá, mientras tu mente recapitulaba la
última vez que ella te pidió que arreglaras la gotera, subiendo un poco más el
volumen del televisor, te dispones a ocultar aquel ruido que te hace tan solo
pensar en ella. Destaparás el frasco y de la nada te encontraras con las mismas
15 pastillas que ella dejó, las mismas que nunca quisiste tocar.
Afuera alguien comenzará a tocar la puerta, pero ese nuevo
ruido cesará cuando el imprudente se dé cuenta de que no hay ni una sola
guirnalda alrededor de la casa, ni un foquito tintineante invitándole a que te
cante villancicos como lo han estado haciendo todas esas series de luces en las
casas aledañas y que embriagando a todos con el espíritu navideño, te hacen
querer que suene más el televisor, hasta que terminan las noticias y recuerdas
que viene el maratón de cada año, 5 películas que te recordaran esa fecha a la
que todos le llaman “Navidad”.
Un botón solamente tendrás que apretar y cualquier campanita
dejará de sonar, pero una vez más predominará en la casa ese son, de esa gotera
que te sigue recordando que ella fue tu único amor. No queda más que coger el
pastillero y vaciarlo en tu boca, tal vez con otro trago de cerveza quede
mejor. Y cual guillotinas se cerrarán de golpe tus ojos, pero ya la tienes
allí, esta contigo una vez más, sonríe y te invita a comer aquella cena que con
tanto esmero estuvo preparando, ya no hay ruido, ni siquiera aquella gotera y
eso, que aun estas en tu casa. — ¿Será que el ángel dejó de llorar? — Te preguntarás sin obtener
negativas, y tan solo correrás para tomarla entre tus brazos y disfrutar de un
gran manjar. De la dulzura de su amor que una y mil veces te hizo falta, y
contemplando sus hermosos ojos, tan solo querrás ser breve, Feliz Navidad, pronunciarás, para jamás
volver a decir algo más.
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